Tigre y San Lorenzo emparon 2-2 en Victoria.
Los goles del Matador los convirtieron Pérez García y Ariel Nahuelpán. En la
visita gritaron Ángel Correa y Emmanuel Más. Al dueño de casa se le escapó el
triunfo en el final. El DT Fabián Alegre por ahora sigue.
Durmió
Tigre, durmió en el inicio y en el final de encuentro. Cuando parecía que
volvía a cantar victoria, apareció Más con un cabezazo en soledad, error en la
defensa al dejarlo completamente sólo por el segundo palo. Volviendo para
atrás, el primer gran horror en la zona defensiva lo cometió Guillermo Cosaro.
En una jugada que parecía terminada, el defensor despejó el balón hacia el
centro del área, asistiendo a Correa que sentenció a Javier García. Tantas
alternativas tenía para elegir, salir jugando por el sector izquierdo, sacarla
al lateral, reventar hacia adelante, tirar la pelota a la calle, pero no!
Eligió la peor opción, algo imperdonable para un jugador profesional. El
Matador arrancó perdiendo desde el vestuario.
El
transcurso de ese primer tiempo, fue más de lo mismo que nos venían entregando
en los juegos anteriores. Un equipo dubitativo, carente de ideas, regalando la
redonda a los rivales. Sólo llegó una vez con Sergio Araujo. Lo demás fue para
el olvido.
En la
segunda mitad, los locales atacaron más. San Lorenzo sintió el desgaste por
jugar la Copa y retrocedió en el terreno, dejando jugar a Tigre. Fue así que
llegó la igualdad en los pies del mejor jugador Matías Pérez García. El “10” no
sólo convirtió, sino que también se sacrificó en la recuperación y en la
creación de juego. A partir de esa voluntad
por dar vuelta la historia, gestó la acción para el segundo tanto
tigrense. Asistencia para el ingresado Lucas Wilchez, quien llega hasta el
fondo, engancha ante defensor cuervo, centro buscapié para que Ariel Nahuelpán
estampe el 2-1. Todo era alegría, aunque luego todo finalizó con una mueca de
resignación.
Imagino
las gargantas lastimadas de tanto gritar esos goles que tardaron en llegar.
Diez fechas le costó a los jugadores convertir en el José Dellagiovanna. También
imagino la desazón, la tristeza, por haber estado tan cerca de conseguir esos 3
puntos que se necesitan como el agua. Los números comienzan a apretar, cada vez
queda menos margen de error. Los hinchas no pueden estar todos los fines de
semana con la calculadora en la mano esperando una caída de los rivales que
acechan. TIGRE TIENE QUE EMPEZAR A GANAR.
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