TIGRE cayó en su visita al
Florencio Sola. Fue 1-0 ante Banfield con gol de Santiago Salcedo.
Traspié del Matador tras la goleada ante Racing Club.
Mucha bronca en
los hinchas, también en los jugadores. Un partido en el que Tigre
merecía traerse algo, al menos un puntito. Gustó la actitud del
segundo tiempo, yendo para adelante, obligando al rival a retrasarse,
generando situaciones, algo poco común en los últimos tiempos.
Queda la sensación amarga de saber que se regalaron 45 minutos, que
se lo respetó por demás al conjunto de Matías Almeyda, y que la
defensa no tuvo un buen nivel.
Los del sur
arrancaron muy ofensivos, utilizando los carriles del ataque para
desplegar su juego. Juan Cazares fue el que marcó la diferencia en
el Taladro. El moreno estrelló dos balones en los palos, probó al
arco en varias oportunidades, mientras los defensores miraban
expectantes y le dejaban la pelota a su antojo. Había que marcarlo a
él, parece que no lo entendieron. Otro que estuvo bastante
movedizo fue Ricardo Noir, complicó con su velocidad y llegando al
fondo. Salcedo es ese delantero que te toca una pelota y te cambia la
historía. Eso fue Banfield en la primera mitad.
El complemento fue
distinto, Fabián Alegre en contra de su voluntad, se vio obligado a
cambiar el esquema, enfocando todas las miradas en el arco defendido
por Gaspar Servio. Kevin Itabel, Wilchez (de gran partido
nuevamente), el Chino Luna... Todos se quedaron con el grito
atragantado. No quiso entrar, es simple, no le busquemos más
vueltas. A practicar la definición de cara al lunes frente a
Quilmes.
El camino es este,
después de tanto pegarle a los planteos mezquinos y defensivos del
DT, podemos decir que algo ha cambiado. Ojalá haya un quiebre en la
mentalidad del entrenador y se de cuenta que al fútbol se juega con
arcos, y que el máximo objetivo de este hermoso deporte, es hacer
besar la pelota con la red. A seguir intentando Matador, que al
Cervecero hay que ganarle como sea.