Ni siquiera al hermoso arco iris que atravesó y le dio colorido al cielo nublado de la Zona Norte, pudieron acertarle los delanteros del Matador. Además de un buen nivel de juego, a Tigre le faltó ese factor llamado suerte, que a veces se necesita para ganar los partidos.
Del otro lado el contraste, Vélez Sarsfield. Un equipo que tuvo un 75% de efectividad, ya que llegó en 4 ocasiones y convirtió 3 goles. Por algo es el último ganador del título, cuando no pueden sus delanteros, aparecen los defensores. El chileno Waldo Ponce en dos oportunidades y Emiliano Papa le dieron el triunfo a los dirigidos por Ricardo Gareca.
No hay que confundirse, el campeón sólo estuvo en el resultado, porque en el terreno de juego el encuentro fue muy parejo y el empate era lo más justo. Pero la justicia no existe en el diccionario del fútbol, los goles hay que hacerlos y el conjunto de Diego Cagna no lo hizo.
El último puesto ya es una realidad de la no se puede escapar. Sólo queda ponerle el pecho a la situación y esperar que esta pesadilla termine.
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